Éramos sombras breves
Éramos sombras breves bajo un cielo gastado,
ecos que la noche olvidaba a su lado.
Éramos la grieta en la piel de un verano,
la sed de un río que nunca tuvo hermano.
Nos quedamos allí, colgados del viento,
como palabras que se pierden en el intento.
Los días eran espejos rotos en su andar,
reflejos torcidos de algo por olvidar.
El tiempo, un murmullo que nadie escuchó,
y en cada silencio, la vida se nos cayó.
Éramos el paso que nunca llegó al umbral,
la esquina vacía, el reloj sin señal.
Había noches sin nombre y días sin final,
como trenes perdidos en la niebla total.
Y aun así, entre grietas, soñamos un canto,
como un árbol viejo que florece de tanto.
Porque aunque fuimos sombra, grieta y desvelo,
en cada fractura asomaba el cielo.
