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ElidethAbreu

Epicedio a Leo Dan

 
 
Hoy la música viste luto,
el aire lleva un suspiro hondo,
y las cuerdas del alma tiemblan
ante el silencio que dejó tu voz.
 
Leo Dan, cantor de corazones,
las flores se inclinan en reverencia,
y el cielo guarda tus canciones,
como si fueran plegarias eternas.
 
Tu guitarra duerme en calma,
pero en su madera aún resuena
la pasión que sembraste en el alma
de quienes bebieron de tus poemas.
 
Te llevaste contigo el amor sencillo,
las palabras que aliviaban heridas,
y el eco de aquellos estribillos
que hicieron del pueblo tu familia.
 
Hoy lloramos no solo tu partida,
sino la ausencia del cantor sincero
que hizo del arte su vida,
y del amor, su único sendero.
 
Las estrellas te reciben cantando,
el viento repite tu melodía,
y aunque el mundo quede llorando,
tu legado será nuestra alegría.
 
Que la eternidad te abrace en su canto,
que el cielo sea escenario infinito,
y que en cada rincón del llanto,
tu voz siga siendo un grito bendito.
 
Descansa, maestro de lo inmortal,
tu luz nunca dejará de brillar.

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