Elegía Testigo de Tristeza
En el umbral de una tarde silenciosa,
donde el sol se oculta tras el horizonte,
observo a una figura melancólica,
sumida en recuerdos y en sombras constantes.
Sus ojos, perdidos en el pasado,
reflejan un dolor profundo y eterno,
mientras murmura nombres olvidados,
en un susurro, como un eco interno.
La brisa acaricia su rostro cansado,
trayendo consigo ecos de risas,
de un tiempo donde todo era dorado,
antes de que el dolor cubriera sus días.
La veo caminar por senderos antiguos,
donde la memoria teje su trama,
cada paso lento, cada suspiro,
es una elegía a un amor que ya no llama.
En su semblante, una tristeza infinita,
cuyo origen solo el corazón conoce,
y aunque su carga parece infinita,
en su mirada, una esperanza brota.
Desde mi rincón de observador,
contemplo su duelo, su pena callada,
y aunque no puedo aliviar su dolor,
mi alma siente la profundidad de su balada.
