El verso nace en los labios,
vibrando como un suspiro,
suave va, mas nunca miro
su final ni sus resabios.
Se alza firme en la garganta,
con fuerza y con fundamento,
es palabra y es aliento
que al oyente lo quebranta.
En el pecho va tallado,
como un latido sincero,
es un pulso verdadero
del sentir más entregado.
Declamar es dar el alma,
sin temores, sin medida,
como un río dando vida,
como un canto en su gran calma.
El verso vibra y florece,
cuando el aire lo respira,
y en quien lo escucha suspira,
un eco eterno parece.
Es palabra hecha presencia,
es del alma fiel reflejo,
que transforma en cada pecho
el sentir en pura esencia.