Que la dicha nos envuelva
con su manto celestial,
un refugio de armonía
en este viaje terrenal.
Que su velo sea escudo
ante el miedo y el dolor,
y en los tiempos inciertos,
se mantenga su fulgor.
Nada quiebre la alegría
que en el alma se sostiene,
ni las sombras de la vida
apaguen lo que nos tiene.
Que el amor sea el camino,
la esperanza el fiel sendero,
y la paz siempre florezca
como un sueño verdadero.