I
Se oye el canto del sendero,
donde el viento va y regresa,
y el abeto con tristeza
guarda sombras del viajero.
En el bosque duradero,
sueña el río su corriente,
y la brisa suavemente
sus recuerdos va tejiendo,
pues el alma va sintiendo
el susurro aún presente.
II
Fueron días de alborada,
fue la infancia luminosa,
donde el agua rumorosa
iba el alma a ser cantada.
Mas la senda ya gastada
hoy murmura su quebranto,
y en el viejo roble santo
queda un eco de alegría,
que en el alba todavía
se desliza dulce y manso.
III
Van las hojas con el viento,
en su danza ya rendida,
como historia desvaída
que se esfuma con el tiempo.
Mas el bosque en su lamento
guarda voces ya pasadas,
y entre ramas olvidadas
canta el alma su destino,
pues lo eterno es su camino
aunque el mundo dé pisadas.