En el fondo de mi pecho azul,
Un ave anhela libertad.
Mas yo, con mano dura y fuerte,
La ahogo: ‘¿Quieres arruinar mi suerte?’
‘Quédate abajo’, le ordeno,
‘No quiero que me alteres el corazón’.
Pero el azul insiste y pugna,
Rompiendo el silencio, mi prisión.
Yo quiero ser duro, impenetrable,
Pero el ave azul me hace vulnerable.
Ella canta, vuela y me susurra,
Susurros de libertad que me turban.
Aunque finjo ser fuerte y severo,
El azul de mi pecho es lo sincero.
El ave extraña anida en mi interior,
Rompiendo las barreras del pudor.