Se nos hizo fácil, mi cielo, desafiar al amor,
Retarlo a duelo de versos, de caricias y pasión.
Confiados en nuestro fuego, ardiente cual el Sol,
Creímos que no habría límite, ni fin ni decepción.
Mas hoy, el viento del tiempo nos ha traído el dolor,
Y el peso de las palabras, heridas en el corazón.
Las promesas olvidadas, cual pétalos marchitos,
Se esparcen por el camino, pasto del olvido hostil.
Ahora sé que el amor no es juego, mi bien,
Sino un tesoro que hay que cuidar con devoción.
Porque puede romperse, cual frágil cristal,
Si no se cultiva el respeto y la comprensión.
Oh, mi amor, mi cielo, que juntos aprendimos,
Que el amor es un compromiso, no solo una emoción.
Que exige sacrificio, entrega y perdón,
Y que solo así, su llama arderá con devoción.