En el laberinto de calles grises,
donde el eco del pasado se mezcla
con el murmullo del presente,
camino entre sombras,
buscando fragmentos de identidad.
Los rostros que cruzan mi camino,
anónimos, cargan historias
de amor y desamor,
de sueños perdidos en la bruma,
como hojas arrastradas por el viento.
La nostalgia me abraza,
un abrazo suave y persistente,
mientras miro hacia el horizonte,
donde los edificios se alzan
como monumentos a la soledad.
En cada esquina, un recuerdo,
una risa ahogada, un suspiro,
y el canto lejano de un pájaro
que, entre el ruido urbano,
anhela la libertad del campo.
Soy un viajero en mi propia piel,
un exiliado de mi tierra,
buscando la esencia en lo cotidiano,
tejiendo versos con hilos de memoria,
esperando que el amor,
como la luz del alba,
ilumine mis días oscuros.