Suspiro en la sombra,
un eco que se pierde,
una voz que se eleva
y en el aire se muerde.
Soy sólo un aleteo
en la inmensidad del mundo,
un lamento que rueda
en el silencio profundo.
Una chispa de luz
que arde y luego se apaga,
un murmullo que busca
una alma que lo haga suyo.
Soy una hoja que cae
en el caudal del olvido,
una gota de lluvia
en el océano hundido.
Pero en esta penumbra
que me envuelve y me acalla,
escucho una respuesta
que mi propio ser me llama.
Es un susurro eterno
que acaricia mi ser,
una voz que me dice
que aún tengo por qué volver.
Pues dentro de mí mora
una esencia perdurable,
un eco que trasciende
lo efímero y variable.
Y aunque me desvanezca
en la sombra transitoria,
sé que mi voz resuena
en la eternidad de la gloria.
Porque más allá de todo
lo material y mudable,
hay un reino de luz
donde mi eco es perdurable.