He aquí la Palabra, clara y serena,
como el alba que despierta la arena.
En sus trazos suaves, un mundo germina,
sabiduría eterna que nunca termina.
He aquí el Verbo, vibrante y puro,
un faro de luz en lo oscuro y seguro.
Canta a los cielos, a la tierra y al mar,
un eco divino que invita a soñar.
Es semilla y fruto, camino y hogar,
un puente que une lo lejos, lo par.
Guía del alma, refugio del ser,
en su misterio hallamos el deber.
He aquí la Palabra, siempre viva,
manantial de fe que al corazón aviva.
Escucha, respira, abre tu corazón,
pues en su susurro nace la razón.