Tus besos, un néctar prohibido, mis labios prueban,
Caricias venenosas, por las que mi cuerpo ruega.
Tu presencia, bálsamo que mi alma en calma lleva,
Ante ella, mi corazón con alegría se entrega.
Los recuerdos me transportan a aquel dulce tiempo,
Cuando tus besos me embriagaban, mi amor supremo.
Tus caricias, cual fuego, abrasaban mi piel,
Dejándome sediento, ansioso de tu miel.
Mas ahora, cruel destino, nos ha separado,
Y tus besos, una memoria que mi alma ha guardado.
Tu veneno, un anhelo que mi mente atormenta,
Tu presencia, una ausencia que mi corazón lamenta.
Oh, dulce pecado, mi corazón te llora,
Tus besos, caricias y presencia, mi alma implora.
Aunque prohibido seas, por ti mi ser suspira,
Un amor nostálgico, que mi alma nunca olvida.