Dulce Melancolía!
En soledad, mi alma se entristece,
Buscando el bien que el mundo me ha negado;
Mi pecho, sin tu amor, se desvanece,
Hallándose en un piélago anegado.
La noche, con su manto, me envanece,
Pues solo en ella encuentro el ansiado
Descanso a mi penar, lejos del mundo
Que me hunde en un dolor acerbo y hondo.
Mas, cuando el alba anuncia su venida,
Y el sol asoma su radiante faz,
Mi ánimo, de nuevo, se reanima,
Hallando en su esplendor un nuevo afán.
Entonces, mi melancolía, vencida,
Se trueca en júbilo, y mi espíritu yace
Gozoso al contemplar la luz del día,
Que ahuyenta sombras y trae nueva alegría.
Así es mi alma, cual veleta al viento,
Que ora se abate en lúgubre pesar,
Ora se eleva, en célico contento,
Logrando su anhelado y dulce amar.
¡Oh, suerte incierta del humano intento!
¿Quién podrá, ¡ay!, tu vaivén dominar,
Si el bien y el mal, la dicha y la amargura,
Se alternan en tan ruda coyuntura?
Rima consonante
