¿Dónde queda la sororidad
cuando el juicio se clava en la piel,
cuando la envidia cose silencios
y el amor propio se vuelve papel?
¿Dónde está cuando el mundo divide,
cuando nos enseñaron a competir,
cuando la historia nos hizo rivales
y olvidamos cómo unir?
Pero aún late en abrazos sinceros,
en miradas que saben sostener,
en manos que alzan y no derriban,
en voces que eligen defender.
La sororidad no es solo palabra,
ni bandera que ondea sin más.
Es fuego, es acto, es camino,
es el puente que podemos cruzar.