Poetas que en el alma llevan fuego,
que alzan su voz cuando el dolor golpea,
hoy son faro en la noche que ondea,
y alivian con palabras nuestro ruego.
Su pluma es río que nunca reniego,
su verso es paz que en cada pecho ondea;
con ellos, la esperanza centellea,
son llama firme en este andar tan ciego.
Valencia, herida, escucha su consuelo,
que en cada estrofa abraza y nos sostiene,
donde el amor susurra, puro y bueno.
Gracias por dar aliento que conviene,
pues al dolor lo alzan hasta el cielo,
y en sus palabras, nuestro espíritu viene.