Nadie sufre por amor,
es el eco de un error,
es el llanto del orgullo
al perder su resplandor.
El amor, tan puro y leve,
no hiere, no tiene hiel;
es la sombra de nosotros
la que sangra en su papel.
En los ojos del destino
no hay un juez ni hay rencor,
solo quedan cicatrices
del que nunca se aceptó.
¿Es amor lo que reclama?
¿O es la piel buscando llama?
El amor no nos castiga,
es el ego quien lo llama.
Porque el que duele no es el alma,
es el ego desgarrado,
ese grito en el vacío
del amor mal interpretado.