(Los Reyes Magos están reunidos en una tienda de campaña en medio del desierto, contemplando el cielo estrellado y la dirección de la estrella que los guía hacia Belén.)
Melchor:
—Mirad, hermanos, la estrella sigue brillando con intensidad en el cielo. Sin duda, nos lleva hacia algo grande.
Gaspar:
—He pensado lo mismo, Melchor. Cada noche parece acercarnos más. Estoy seguro de que estamos a punto de presenciar el nacimiento de un rey como ninguno antes.
Baltasar:
—¿Un rey, decís? Yo creo que es más que eso. Este niño cambiará el destino del mundo. Los antiguos escritos hablaban de un salvador.
Melchor:
—Es por eso que nuestros dones son tan importantes. Yo he traído oro, porque es digno de la realeza. Este niño será rey de reyes.
Gaspar:
—Y yo, incienso, como símbolo de la divinidad. Este niño no será solo un rey terrenal, sino alguien que conectará a los hombres con lo divino.
Baltasar:
—Yo, mirra, porque su destino no será fácil. Es un regalo que habla de sacrificio y mortalidad. Pero, decidme, ¿no os impresiona cómo nuestras tradiciones y caminos nos han unido en este viaje?
Melchor:
—Es un misterio maravilloso. Cada uno de nosotros viene de tierras lejanas, con culturas distintas, y sin embargo, seguimos la misma estrella, impulsados por la misma fe.
Gaspar:
—Es como si el cielo mismo nos hubiera convocado. Me pregunto, ¿cómo será ese niño?
Baltasar:
—Un niño humilde, nacido en un lugar que no corresponde a su grandeza. Pero esa humildad será su fuerza. Lo siento en mi corazón.
Melchor:
—Humildad... No es fácil para los reyes entenderla. Este viaje nos enseña que el poder no está en los tronos ni en las riquezas, sino en algo mucho más profundo.
Gaspar:
—Hablas con sabiduría, Melchor. Y mientras más nos acercamos, más claro lo veo. Este niño traerá paz, pero también cambiará todo lo que conocemos.
Baltasar:
—Entonces, no debemos detenernos. La estrella nos llama, y el tiempo apremia. ¿Estáis listos?
Melchor y Gaspar (al unísono):
—¡Listos!
(Los tres se levantan, miran la estrella con determinación y reanudan su marcha, sabiendo que están a punto de ser parte de un milagro divino.)