En la llanura infinita,
al trote va mi caballo,
el cuchillo en el cinto,
y el horizonte tan claro.
La luna, farol del cielo,
guía el camino callado,
y el viento canta en la noche
como un lamento olvidado.
Pocho, mi fiel compañero,
conoce bien estos pagos,
donde el tiempo es un suspiro
y el silencio es un halago.
El río murmura historias
de paisanos y de antaño,
mientras el fuego chispea
en el refugio del rancho.
La vida es un campo abierto,
bajo el manto estrellado,
donde el gaucho y su destino
se encuentran siempre abrazados.