Sendero de sombras y espinas
Por veredas de polvo y olvido,
arrastro mis pies cansados,
el alma pesa como plomo fundido,
y los sueños yacen quebrados.
La soledad me abraza, fiel compañera,
en este camino de penas sin fin,
cada paso es una herida certera,
cada suspiro, un doloroso festín.
Las piedras susurran historias perdidas,
de amores que el viento se llevó,
y yo, con mis esperanzas ya idas,
sigo la senda que el destino trazó.
La luna, testigo de mi andar errante,
derrama su luz sobre mi pesar,
ilumina este corazón menguante,
que ya no sabe cómo amar.
En la lejanía, un horizonte incierto
promete alivio que nunca llega,
y yo, peregrino en este desierto,
sigo andando, aunque el alma se niega.
Pena de camino largo, mi fiel amiga,
te llevo conmigo como una cruz,
hasta que el alba por fin me diga
que ha llegado el fin de mi andanza sin luz.
