Balada a Juan Bosch
En los campos de Quisqueya resonó una voz serena,
era la voz de un hombre que, en la calma y la condena,
hilaba sueños de pueblo, tejía con fe su afán,
un escritor de la historia, el querido Juan Bosch, nuestro don Juan.
Sus manos, de tinta y verbo, plasmaron vidas sencillas,
en cuentos de tierra y lucha, en susurros de semillas.
Narraba al hombre sin nombre, al campesino, al obrero,
como quien cuenta su esencia, su desvelo verdadero.
Juan Bosch, cantor de amores, de la justicia y la espina,
del hombre que no descansa, que en su alma se ilumina.
Lejos de los tronos fríos, en su humilde dignidad,
él fue patriota y maestro, bandera de libertad.
En sus letras, el susurro de un pueblo en la madrugada,
de un campo que espera el día y el fin de la noche helada.
Así fue, y así será, aunque el tiempo quiera olvidarte,
latirás en cada historia, en el pulso de tu arte.
Oh, Profesor, voz profunda, que del dolor hizo canto,
las letras lloran tu ausencia, y el pueblo siente tu encanto.
Hoy te honramos en palabras, en cada verso que brota,
pues vive en nosotros, Juan, tu pasión siempre remota.
Descansa, amigo sincero, eterno guardián de sueños,
tu nombre queda en los ecos, de los campos y los dueños
de un país que sigue en lucha, con la pluma y la razón,
cantando a Juan Bosch, poeta, del pueblo el gran corazón.
