Mi rebaño no ha prosperado,
demasiados lobos al acecho,
sombras furtivas en la hierba,
colmillos ocultos en el pecho.
Los cuido con manos temblorosas,
los cuento en las noches de frío,
pero uno a uno se disuelven
como ecos perdidos en el río.
Demasiados ojos que vigilan,
demasiadas huellas en la tierra,
el hambre acecha en cada sombra,
la noche entera huele a guerra.
Los llamo, pero el eco es mudo,
solo el viento devuelve el llanto,
demasiados lobos en la niebla,
demasiados sueños hechos campo.
Mi rebaño no ha prosperado,
demasiados lobos, poca calma,
mas no renuncio a la esperanza,
aún guardo fuego en mi alma.