Nos creímos eternos, mi bien,
pero bastó lluvia sin pena
para borrarnos, de papel
éramos—sin fe, sin sostén—
una historia que se despeina.
Éramos forma sin sentido,
manual sin objeto ni uso,
palabras en aire perdido,
un dibujo mal definido
de un amor tibio y difuso.
Nos doblamos en las esquinas
como cartas no entregadas,
como canciones sin rimas
o promesas tan mezquinas
que ya nacen olvidadas.
Jugamos a ser cimientos
con máscaras de empaque,
envoltorios sin sustento,
disfrazando sentimientos
en un teatro de ataque.
Vacíos, aunque decorados,
fuimos sueño mal armado,
de papel bien intencionado,
pero apenas entrelazados
con el pegamento errado.