Te amo en el susurro de la brisa,
en cada flor que besa el sol dorado,
en la canción que el ruiseñor improvisa
cuando la noche cae sobre el prado.
Te amo en el temblor de la alborada,
cuando la luz derrama su ternura,
y en el fulgor de luna desvelada
que torna en oro azul la sombra oscura.
Eres el sueño que mi ser desvela,
la llama errante en mi nocturno frío,
un dulce mar que rompe en mi alma estela
y embriaga con su voz mi desvarío.
Si mi callado amor fuese palabra,
sería un eco eterno en tu latido,
un soplo de jazmín que nunca acaba,
un verso en tus pupilas florecido.
Más si callar me fuera necesario,
mi amor será en la tierra semilla,
y alzará su fulgor extraordinario
cuando mi boca en polvo sea arcilla.