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Elideth Abreu

Compañía

 
No fueron llamas lo que los unió,
ni noches ardiendo de deseo urgente.
Fue el café compartido cada lunes,
el silencio cómodo,
la mano que aprieta sin palabras.
 
No se prometieron cielos incendiados,
ni besos de novela bajo la lluvia,
pero aprendieron a escucharse en la rutina,
a reír del mismo chiste por centésima vez,
a cuidar el cansancio del otro.
 
El amor no siempre grita,
a veces se sienta a tu lado
y se queda.
 
Se aman como los árboles se acompañan:
sin ruido,
creciendo juntos,
hacia la misma luz.

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