En el monte retumba la caja,
zamba y copla despiertan al sol,
y el aire, encendido de fiesta,
se lleva en la brisa su última voz.
El Entrevero levanta el pañuelo,
con Flor y Rocío en un dulce cantar,
y en Cristian el viento de un bombo legüero
despierta nostalgias de un viejo ritual.
Adriana desgrana su canto en la sombra,
Sebastián le responde con su corazón,
y en Juanjo la copla se vuelve sendero,
que el río y la luna tejen en su honor.
Cacharpaya, adiós y regreso,
eco eterno de un pueblo sin fin,
en tu danza se quedan los sueños,
en tu canto... la vida en Cosquín.