No discutas con el viento,
déjalo danzar sin peso,
su memoria es solo un eco
de lo que fue su universo.
No le nombres lo olvidado,
que el ayer se vuelve espuma,
y en sus ojos extraviados
brilla aún la misma luna.
Sostén su mano en la brisa,
que su alma sigue despierta,
y aunque el mundo se le esfuma,
su corazón aún recuerda.
No te canses en razones,
ni en batallas sin victoria,
ámalo en sus confusiones,
sé su paz y no su historia.