El viento azota las velas, tensas,
cual músculos de un animal marino.
La Balandra, valiente, se adentra en la tormenta,
cortando las olas con furia divina.
Cada embestida del mar es un rugido,
un desafío a la voluntad del hombre.
Pero la Balandra, firme, no se intimida,
surcando las aguas con paso de hombre.
Las gaviotas gritan, mensajeras del caos,
anunciando la furia desatada.
Mas la Balandra, impertérrita, prosigue su viaje,
guiada por la estrella que la fe ha dibujado.
En la proa, un hombre observa el horizonte,
con la mirada fija en la inmensidad.
En su pecho, un canto de lucha resuena,
un himno a la vida, a la libertad.
La Balandra, símbolo de resistencia,
navega entre las olas, indomable, audaz.
Y en su travesía, un mensaje se alza:
la esperanza persiste, aún en la tempestad.