El sol se desliza sobre la pradera,
pintando en el cielo destellos dorados.
Las flores despiertan en campos sembrados,
y el viento susurra su voz pasajera.
Los ríos reflejan la luz pasajera,
dejando sus aguas en tonos plateados.
Los árboles danzan con ritmos callados,
su sombra es refugio de tarde ligera.
Así va la vida, constante y serena,
trayendo las horas con dulce armonía,
tejiendo en el tiempo su eterna cadena.
Y cuando la noche descienda tardía,
la luna nos cubre con luz tan amena,
dejando en el alma su suave alegría.