Quiero beber el agua que no existe,
la que mana del sueño de la roca,
y entre las zarzas negras de la noche,
correr desnudo al grito de la aurora.
Quiero besar la sombra de la espina,
cantar con labios secos a la luna,
y hundirme en las raíces de la tierra
donde el silencio crece y nunca muda.
Quiero llorar las lágrimas del viento,
rasgar mi pecho al filo de su canto,
y despertar al borde del abismo
donde el deseo duele y vive tanto.
Quiero abrazar la luz que no se toca,
besar la llama, arder y ser ceniza,
y ser un eco errante por el mundo,
que nunca encuentra paz, pero la avisa.