No hay tesoro mayor bajo este cielo,
ni riqueza que al alma dé sentido,
que el latido compartido y encendido,
como brisa suave, como tierno anhelo.
Amar es lanzarse sin miedo al vuelo,
ser faro en la noche, abrigo ofrecido,
es fundirse en otro ser, consentido,
y hallar en su abrazo refugio y suelo.
Ser amado es beber de un manantial,
un río que calma toda sequía,
una caricia eterna y esencial.
Y en dos almas florece la vía:
el amor mutuo es el bien primordial,
la única dicha que nunca vacía.