Un adagio pasa mi horizonte,
Dejando su huella en mi ser,
Donde la calma se desmonta,
Y florecen páginas de ayer.
El tiempo se detiene en un instante,
Como un susurro al oído,
Un poema que me cautiva,
Un sueño que se ha hecho oído.
Las notas bailan en el aire,
Dibujando melodías,
Que despiertan el alma airada,
Y calman las agonías.
Doradas páginas cobran vida,
Historias que el adagio narra,
Donde la esperanza se anida,
Y el amor se desborda y amarra.
En el silencio de mi horizonte,
El adagio resuena aún,
Su eco un bálsamo que esconde,
Un tesoro que el alma presume.