De elegancia incomparable,
con su gracia cautivó,
y su estrella iluminó
cada escena inolvidable.
Con mirada seductora,
y su risa tan sutil,
fue del cine el alma y mil
ilusiones soñadoras.
En Italia, cuna hermosa,
vio nacer su gran pasión,
y con fuerza y emoción
se volvió musa gloriosa.
Su talento fue bandera,
con su estilo sin igual,
belleza natural
y su esencia tan sincera.
Hoy su nombre brilla altivo,
como un ícono sin fin,
y su arte, siempre afín,
late eterno y siempre vivo.