En la ausencia de tu risa,
se quebranta el corazón,
cada lágrima es razón,
de un dolor que no se avisa.
Es la vida tan precisa,
que se va sin un consuelo,
y en el alma queda el duelo,
de un amor que no se apaga,
es la herida que se traga,
todo el cielo en su desvelo.
El vacío es un abismo,
donde caen mis recuerdos,
y mis días son tan lerdos,
sin tu luz y tu optimismo.
Es la sombra de un espejismo,
que me envuelve en su pesar,
y en mis noches sin cesar,
te busco en cada estrella,
mas la vida es tan cruel y bella,
como el sol al despertar.
Tu nombre es mi oración,
mi susurro más constante,
y aunque el tiempo sea distante,
vive en mí tu corazón.
Es la eterna conexión,
que no muere con la vida,
y aunque el alma esté abatida,
te siento en cada latido,
es el amor renacido,
en mi pena compartida.
Cada rincón de la casa,
guarda el eco de tu risa,
y aunque el dolor no avisa,
mi memoria no se pasa.
Es la fuerza que me abraza,
en los días de tristeza,
es la luz en mi flaqueza,
y el consuelo en mi tormento,
es tu amor en el lamento,
que me da tanta entereza.
Aunque el cielo esté velado,
por la sombra de tu ausencia,
vivirás en mi conciencia,
como un faro en mi costado.
Es el amor no olvidado,
que perdura sin desmayo,
y aunque el camino sea un ensayo,
de dolor y de esperanzas,
es tu vida que me alcanza,
en cada paso que ensayo.
Aunque el dolor me consuma,
y la ausencia sea un mar,
en mi pecho va a brillar,
la esperanza que se suma.
Es tu amor que se rezuma,
en cada rayo de sol,
es la fuerza y el farol,
que ilumina mi camino,
y aunque el duelo sea divino,
vive en mí tu corazón.