Su voz, dulce y melodiosa,
como un canto de azucena,
despertaba en cada escena
una lágrima preciosa.
Con su alma de gran dama,
en la radio y en la vida,
dio a la música su vida
y a la patria ardiente llama.
En la pantalla radiante,
su mirada era un suspiro,
con el arte como giro
de un destino fulgurante.
Desde el tango hasta el bolero,
su legado es inmortal,
voz que cruza todo umbral
con un tono verdadero.
Libertad, eterna estrella,
de Argentina, fiel canción,
sigues viva en la emoción,
dulce, firme y siempre bella.