—Loas a la Autoridad Moral—
La autoridad moral,
se gana con el ejemplo,
es un faro, es un templo,
de conducta natural.
No se impone por ser tal,
ni se compra con dinero,
es del justo, su sendero,
del honesto, su estandarte,
un reflejo en cada parte,
del actuar siempre sincero.
Es la esencia del deber,
del respeto y la verdad,
es la pura integridad,
que nos guía en el hacer.
No la pueden corromper,
ni el poder ni la ambición,
es la voz del corazón,
que en silencio nos dirige,
y en sus normas nos aflige,
cuando erramos la razón.
En la vida es el sostén,
de un camino sin doblez,
es la fuerza y la altivez,
del que actúa siempre bien.
No la dobla ningún tren,
de promesas ni de halagos,
es la luz en los estragos,
del que sufre por justicia,
y defiende sin malicia,
con la verdad en sus pliegos.
Quien posee autoridad,
la ejerce con humildad,
es ejemplo de equidad,
y de alta humanidad.
No es de títulos la vanidad,
ni de poder el capricho,
es del sabio su nicho,
y del justo su corona,
un valor que no traiciona,
ni se dobla por desdicho.
