¡Puro y divino cielo! ¡Cuán hermoso
es al hombre infeliz y desgraciado
contemplarse de estrellas tachonado,
o por tu Sol, radiante y luminoso!
Inmenso, colosal y portentoso,
sin límites ni cotos, dilatado;
corona de los astros te ha formado
quien te reina y es Todopoderoso.
¿No podremos los hombres algún día
de cerca contemplar tu bella lumbre
al marchitarnos la guadaña impía?
¿No podremos pararnos en tu cumbre?
En eso cifro la esperanza mía,
y no tengo siniestra incertidumbre.