Despreciar a magnates orgullosos,
nunca vociferar mis padeceres,
tener siempre unos mismos pareceres
y odiar a lenguaraces perniciosos.
Criticar a los tontos y chismosos,
del mundo despreciar varios placeres,
no fiar en promesas de mujeres
y punzar a los hombres ambiciosos.
Buscar de lo que callo gran renombre,
decir sin subterfugios lo que siento,
hablar poco y burlarme de aquel hombre
que por sabio pasando, es un jumento.
Esto lo digo sin fruncir los labios:
Serán toda la vida mis resabios.