El pequeño contrahecho conoce
todas las piedras del jardín;
las ha sentido en sus rodillas
y entre sus manos ya escamosas
de humano reptil.
En la tierra tirado parece un ángel roto,
el ángel desprendido de un altar:
Juega con los gusanos de la tierra
y con las raíces del framboyán.
El pequeño contrahecho tiene
los pies más suaves y el cielo más lejos...
Cuando en brazos lo alza el hermano mayor,
él sonríe y extiende las manos
embarradas de tierra
para coger el sol...