Era coja la niña.
Y aquella
su cojera
era
como un ondulamiento
de viento
en un trigal...
Era coja la doncella,
trazaba eses de plata sobre el viento,
hecha a no sé qué curva sideral...
Cristal quebrado era la niña... Mella
de rosas, por el pie quebrada
(¡y sin cristal que la tuviera alzada!...):
Una rosa cortada
que cae al suelo y que el que pasa huella.
La niña cojeaba
y su cojera en una sonrisa recataba
sin acritud de llanto ni querella:
Como la Noche sella
su honda herida de luz—alba o centella—,
así sellaba
ella
la herida que en su pie se adivinaba...
Nadie la hallara bella;
pero había en ella
como una huella
celeste... Era coja la niña:
Se hincó el pie con la punta de una estrella.