POESÍA JAPONESA
La noche me devora malditamente me hace desaparecer nunca pensé que podía doler así hay cosas dentro de mi que necesito confesar.
Estoy cayendo tu mano ya no me sujeta, hoy tengo la tristeza besando mi boca, el cuervo me observa
En el salón mirando la tele te observo, nosotros guardamos otra cuarentena. Mi mente masturba los pensamientos solitarios
Nívea luna sobre el espejo blanco noche de invierno La lluvia verde otoño amarillento
En aquel garito te vi estabas con una chica se te veía tan feliz... Me pregunto por qué no hui, pedí un vodka y me senté
La hembra pasea por Granada, el rumor del agua del Darro la acompaña en aquel camino, la luna la mira caminando. ¡El grito cómo sobresalta!
Sueño que vienes hacía mí sin miedo y sin mentir; que te tendré entre mis brazos tus pechos junto los míos los nota… Ay, amor, amor
Aletea la mariposa anunciando la primavera se posa en mi nariz mis ojos bizquean mirándola. Cuantos colores en mi ventana,
Café tan negro como los ojos de él. ¿Por qué te fuiste? Quizás te vuelva a ver y oiga tu voz.
La bella dama está desmadejada, entre mil perlas blancas. Suspira entre ellas; su piel inimitable
La gota de agua azuleando, brilla posada en pètalo center
Me late fuerte el pulso al contemplarte desnudo mi corazón está disparado solo con tocar tu boca ardo de amor y deseo.
En el Sacromonte bailando, está la gitana morena, Mirándola, la luna llena; volantes revoloteando. A ella le dan una azucena,
Cuando los pétalos de la Shakura caigan, cubriéndote toda la piel acariciando tus pechos lamiendo tu vientre mordiendo tu tierna carne
Mar de las flores, el cielo se confunde en el azul. Hipnóticos los campos sus colores deslumbran.