—Venga, venga, salamandra:
¡abra la puerta,
saque la gata,
busque la escoba,
limpie la casa!
—¡Que no!
—Venga la salamandrita
a sentarse con nosotras
y a jugar a las casitas.
—¡Que sí!
Las niñas le están poniendo
—¡lo contenta que está ahora!—
una chaqueta de rayas
y unas zapatillas rojas.