¡Qué blanca es la señorita! ¡Qué negra su pobre esclava! Más si salieran al rostro Los colores de sus almas, ¡Qué blanca fuera la negra!
center En la hamaca la existencia Dulcemente resbalando Se desliza. Culpable o no mi indolencia,
Dos niños están jugando en el batey de un ingenio. ¡Dos niños! De pie está el uno, y el otro echado en el suelo. Aquél, con un bejuquillo,
En su puerta me dio anoche La mujer que adoro un beso, Y en la calle el hambre pude Calmar de un anciano ciego. Llegué a mi casa llorando,