Diego Rome

Bienvenidos a mi funeral.

Y es que seguro tu tienes a alguien, que aunque no calme escuché tu llanto.
Y de hecho te podría envidiar por eso, por tener a un ser que te presté tiempo.
Y ahora que me encuentro enfermo, postrado en este frío cuerpo con el alma entre rejas y la mente atada a la miseria.
No tengo otra cosa que hacer aparte de pensar, ya nada merece la pena ni la suerte que tengo de vida.
Y los talentos que algún día busqué, hoy presentan su presencia y cerrando los ojos creo tener un estilo de vida diferente con todos ellos y dentro mío no me encuentro en esa cama. Estoy en alguna isla del Caribe, caminando en el atardecer por que el mundo deja de ser cruel si se tiñe el día con naranja, el sol se va ocultando y en el trayecto siento que soy yo, un hombre que con rasgos de desprecio ha decidido soñar.
He sonreído, recordando viejos tiempos, madrugadas en las que si amé la vida. Alcohol y cigarrillos, espero que nunca acaben, miles de pobres personas  quedarian sin consuelo. Ya me falta algo más para marcharme y como de costumbre otro suele ser mi lamento, no me puse un tatuaje~mierda!; y en los latidos que me quedan a paso seguro de descender, ibas apareciendo sin perder la prisa he muerto tranquilo.

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