Por esas veces en que el sueño se esfumaba en las madrugadas, el miedo se apoderaba de mi cuerpo, creía que ensanchando las sábanas, todos los monstruos quedarían a la deriva del desvelo, pasé tantas horas despierto por temor de quedarme dormido y mirar alguna presencia en el aire, mamá encendía las farolas mientras preparaba un poco de cocoa.
Ahora solamente duermo 4 horas por cuidar el sueño de mi madre, los monstruos se transformaron en un miedo, un miedo de abrir mis ojos y ver su luz apagada eternamente.