Tienes una escencia de olor a té rojo
La primera vez que mis ojos te alcanzaron
Mis manos soltaron aquella tasa que sostenía entre mis dedos y te vi bailar
Aquel estrambotico baile
Mis pupilas te seguían de extremo a extremo
como trazando un camino, esperando que este se dirigiera a mi.
Transformó mis mañanas en la fonda llenas de energía
Resplandecías y de alguna forma lograbas opacar las gardenias del patio
Transformaste la pesadez de mis ojos, el odio a la mañana a la maravilla de notar que hay pájaros que cantan en ella, a los colores de algodón de azúcar y la brisa de alegría con la que me dirijo cada día, con melodías hermosas tras mis oídos, para terminar solo con la mejor parte de escuchar tu voz.