Es algo formidable que vio la vieja raza;
Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
Salvaje y aguerrido, cuya formida maza
Blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
Pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
Lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
Desjarretar un toro, o estrangular un léon.
Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
Le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
Y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.
«¡El Toqui, el Toqui!», clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,
E irguióse la alta frente del gran Caupolicán.