Pozo de alto bullir –escalofríos
y hervores de tus fuentes azuladas–,
que, en pulular de estrellas enjambradas,
riegas a Dios sus lóbregos baldíos:
Aún hay más noche en los veneros míos,
donde las aguas rugen represadas,
más lívidas estrellas derramadas,
más turbias nebulosas, más vacíos.
Acaso tú, al brocal de tu ancho cielo,
entre mis negras aguas de amargura
miras mi torpe rebullir lejano.
Yo interrogo a tu abismo desde el suelo.
Oh doble pozo oscuro. Oh doble hondura.
Tú, pozo sideral; yo, pozo humano.