hasta ayer fui invencible
creo que puedo escribir sobre vos, tengo un amigo que me dice que no, que las cosas no funcionan así y que el tiempo siempre tiene la razón. lo mando a la mierda y te memorizo en las formas más tuyas posibles. caminando por el pasillo de mi edificio mientras te tocas el pelo, llegas antes, pero me dejas pasar primera. después paso a la música, fruncís el seño de concentración y moves la cabeza, yo bailo por dentro, por fuera solo te miro y me río y deseo ojalá haber sido yo quien haya compuesto y tocado esa canción que te hace tan feliz, tocartela en vivo las veces que desees y que tu siguiente gesto sea el de fruncir labios y nariz, congelarme ahí, que te rías después y mi atención pase a tus manos largas delicadas pero masculinas, deposito en ellas el deseo que me toquen para siempre, pertenecerte y que ellas le pertenezcan a mi cuerpo. mi rutina diaria es seguir con mirada, la curva suave de tus labios hasta llegar a uno de los picos, dar un salto, aterrizar en el otro, deslizándome hacia la comisura, no quiero pensar en su desaparición así que los sello poniendo mi boca sobre ellos, no aseguro nada, mi única expectativa después de eso es tu mirada como respuesta. la aparto. vos no tenés porque enterarte que me olvido tanto las cosas porque el espacio de mi mente dónde debería estar guardado el recuerdo de esa canción que me preguntaste si conocía le corresponde ahora única y exclusivamente a la melodía profunda de tu voz y bueno, tus demás cosas.