Si vieras el edén que tengo en sueños
vendrías a soñar antes con antes
conmigo y como dos buenos amantes
al alimón seríamos sus dueños.
Usaríamos modos hogareños,
con besos y caricias abundantes,
por conseguir momentos excitantes
que fueran hasta el súmmum de halagüeños.
En una isla desierta del Pacífico,
muy lejana, estaría nuestro hogar,
por que nadie turbase nuestra vida
y bien situado en un lugar mirífico,
en un precioso bosque junto al mar,
con playa a nuestro gusto y a medida.