La sombra de una duda me persigue
y a la par que me sigue me atormenta
con esas mil patrañas que se inventa
y si no la hago caso, más prosigue.
No acierto a comprender lo que la instigue
y si lo hace de encargo o por su cuenta,
y aunque me da lo mismo ocho que ochenta,
me molesta que tanto se prodigue.
Prefiero la certeza a estar pensando
constantemente en algo que quizás
no ha tenido lugar ni por asomo,
por más que continúe machacando
mi mente per delante y por detrás
sin decir cuándo y ni siquiera cómo.